Este 4 de enero, inauguraron una exposición de juguetes antiguos en la Casa de Cultura de Puebla, en el marco del Día de Reyes.
“Divertimento entre siglos” corre a cargo de Aldo Roberto Rivero Pastor, dueño de la colección. Su importancia radica en el reconocimiento del juguete como objeto de entretenimiento que ha acompañado al ser humano.
El secretario de Cultura, Sergio Vergara Verdejo detalló que algunos son juguetes artesanales con 200 y 300 años de antigüedad.
Como marcaba la tradición familiar, pasaban de generación en generación y hoy forman parte de la historia de las y los poblanos.
Los objetos que podrán ser admirados por los poblanos hasta el 3 de febrero son una muestra de la sencillez del entretenimiento infantil hace algunos siglos.
Algunos elementos lúdicos han prevalecido a través del tiempo, convirtiéndose en un distintivo de la cultura popular mexicana.
Entre ellos destaca la plancha de finales del siglo XVIII en hierro forjado que perteneció a la niña Ada Guadalupe Rentería. Su nombre fue grabado en la asa de la plancha.
Cañones miniatura, parte de la exposición de juguetes antiguos en Puebla
También se exhiben cañones miniatura hechos en bronce que disparaban de verdad y eran de gran entretenimiento para los niños que jugaban a “la guerra”. Utilizaban pólvora y se sostenían con cureñas de madera.
Estos eran acompañados por los famosos soldaditos de plomo muy comunes a mediados del siglo XIX.
La colección cuenta con canicas talladas en ágatas, venturinas y mármoles; yoyos de bronce y hueso; muñecos y muñecas con caras y cuerpos de porcelana, pelo natural, variantes en materiales y vestimentas.
También, títeres y marionetas, pequeños juegos de te o de cocina, figuras de barro cocido que exaltaban defectos de personajes poblanos. Entre éstos últimos, hay un niño panzón pulquero hecho por Apolonio Godínez y El Ropavejero de los barrios, ambos del siglo XIX.
Las figuras también representan a los tres Reyes Magos montados en sus respectivos animales. Las mulas de Corpus; el rostro del Negrito bailarín y vendedor de helados que se llamaba Miguel Ángel Lara.
Este hombre divirtió a niños y jóvenes vistiendo traje de gran gala y sombrero de copa. Supuestamente caminaba por los portales de la ciudad cantando y vendiendo sus frescas nieves en el primer tercio del siglo XX.
Las miniaturas para menaje de casas de muñecas van muy acorde al estilo de vida de principios del siglo XX. Destacan roperos, sillas, metates, jarras, juegos de té, gallinas porta huevos y hasta la novedad de la era: la taza de baño.
Rifles, pistolas, carritos y caballeros; el clásico reloj del conejo de la Pascua; perinolas y dados, sin faltar los famosos buzos de cristal de la calle de Santa Clara. Esos que eran exhibidos al interior de botellas y que se sumergían al presionar el corcho.
Los muñecos con cabeza de garbanzo, silbatos, alcancías, trompos, baleros, pelotas y el ratón de los dientes de leche fueron algunos de los objetos que amenizaron la vida de miles de niños.
Así como de aquellos adultos que disfrutan coleccionar juguetes y a través de ellos, recordar los días de dicha que marcaron su infancia.
