Hace cuatro años, Libélula, espacio creativo, nació en Puebla para enseñar a las mujeres de cualquier edad y corporalidad cómo, a través de la danza aérea, pueden apropiarse de su cuerpo. 

Es el segundo domingo de diciembre y, en la Casa de la Cultura, el grupo de infancias dará una presentación navideña de cómo volar con telas. Las organizadoras, todas mujeres, van y vienen para cerciorarse de que el soporte, una estructura formada por tres postes, es segura para las “libelulitas”. 

El grupo de ocho niñas y niños de 4 a 12 años se prepara para dar inicio al espectáculo que acompaña Diana Zomera, una de las dos maestras de Libélula EC.  

La más pequeña en Libélula, danza aérea, es una niña de 6 años.
Grupo de siete niñas, vestidas en modo navideño, se preparan para dar un show. credit: Diana Juárez

La maestra de ceremonias da la bienvenida, suena la música y, con una breve introducción de baile navideño, las infancias arrancan. Todos estamos ansiosos de verlas hacer acrobacias con telas.  

Anuncian a la primera participante, una chiquita de no más de 8 años que se prepara para iniciar su danza aérea al ritmo de “Bizcochito” de Rosalía. Sin embargo, ver a tante gente la hace recular y regresar corriendo con sus compañeras. El show continúa con las demás participantes que nos asombran con la fuerza con la que realizan figuras en el aire, mientras entrelazan las telas. Incluso, dos adultas también nos deleitan.

Mientras esto ocurre, la pequeña danzanta es arropada por sus compañeras y compañeros, quienes la abrazan y dan palabras. Al final, ella cierra el show, rodeada por las maestras y compañeras que la sostienen para no bajar la guardia.  

Y esa fue la verdadera representación de Libélula, espacio creativo, un lugar seguro de acompañamiento corporal desde la danza y el movimiento.  

Libélula, espacio creativo, nació con la idea de que mujeres de todas las corporalidades disfruten de la danza aérea.
Niña realiza una figura con telas, supervisada por Diana Zomera. credit: Diana Juárez

Danza para mujeres adultas

La idea nació en 2019, con el deseo personal de la fundadora Celeste Tamayo, quien se dio cuenta de que no había espacios de danza dirigidos para mujeres adultas que nunca se habían dedicado a la danza.  

Normalmente, los talleres de danza y acrobacia son para infancias o para quienes se dedican a la danza y teatro con un trabajo corporal de por medio, dice a Ambas Manos.  

Como mejor ejemplo, ella, quien, con 26 años, y tras terminar la licenciatura de Lingüística, decidió estudiar Danza, nuevamente en la BUAP. 

Aunque sí nos aceptaban siendo ya mayores, tuve una compañera de 40 años, éramos relegadas al no ser de 18 o 17 años. Siempre tuve ese deseo de habitar un espacio sin discriminación ni violencias, además de las violencias que la propia danza encierra, como…hay una manera muy estructurada en la que se reproduce la danza y su enseñanza y está atravesada por la violencia psicológica y física”. 

Danzar sin profesionalizarse, sólo por gusto  

Fue así que Celeste dio vida a Libélula, espacio al que llama disidente y donde mujeres con cuerpos diversos puedan entrenar sin afán de profesionalizarse. De hecho, lo considera más bien un sitio para tejer redes, un pretexto para juntarse y ver qué hacer juntas. Ahí, todas se consideran amigas.  

Para ella, la danza aérea, o acrobacia en telas, es dar a las demás un acompañamiento en el proceso de desmitificar el cuerpo y llenarlo de herramientas. Como todo proceso, no se da de un día para otro, sino que llevará tiempo, pero se logrará. Muestra de ello es su alumna más grande, doña Irma de más de 60 años, quien le lleva seis décadas a la más pequeña, de 6. 

Para Libélula, la danza aérea, o acrobacia en telas, es dar a las demás un acompañamiento en el proceso de desmitificar el cuerpo y llenarlo de herramientas.
Doña Irma, de 60 años, realizan una figura en el aire con un aro. credit: Ailynn Michel

“Y es increíble verlas cómo empiezan a tener esta apropiación del cuerpo, me gusta ese término, lo digo así porque hay un sistema que nos despoja de nuestros cuerpos, principalmente a las mujeres, y acompañarlas en otros procesos donde ellas recuperan ese cuerpo y confían y ven la potencia de su cuerpo es más allá de todo”. 

Esa es la verdadera apuesta de Libélula, la apropiación de los cuerpos, la potencia y autonomía de nosotras.

Ellas recuperan ese cuerpo y confían y ven la potencia de su cuerpo” porque hay un mito alrededor del entrenamiento, muchas chicas llegan diciendo: no, es que no tengo fuerza, no puedo, soy de peso grande, soy bajita, nunca he hecho ejercicio”.  

Y el reconocimiento, agrega Diana Zomera, amiga de Celeste y quien también guía en este proceso. Así, separado, dice: re-conocimiento. Uno de los comentarios más comunes es: no sabía que me dolía acá. Es decir, sabía que tenía esta parte del cuerpo por venir a danza aérea. Lo dicen porque las mujeres tenemos un conocimiento construido mitificado y estigmatizado de nuestros cuerpos. 

Entonces cualquier desplazamiento que hagamos que les dan una u otra idea de lo que puede ser su propio cuerpo y de lo que puede ser su propia existencia, también es muy enriquecedor”.  

Para Diana, la satisfacción, y trabajo, es del doble, pues no sólo da clases a las adultas, sino que es la encargada de las infancias. El grupo surgió por la curiosidad de las niñas que viven al lado del taller ubicado en una vecindad de Puebla.  

Como nueve meses sostuvimos el grupo de puro corazón porque económicamente no se podía. Nosotras con otras actividades lo sostuvimos. Luego llegaron más niñas y ya se pudo. Se ha construido la idea de que nuestro pago ayude a solventar los cursos de personas que no pueden cubrirlo, porque de la mitad de los que están pagan, de los nueve. Son dos niños y siete niñas”. 

Ahora, Libélula no sólo da cabida al movimiento corporal, sino también el de ideas.
Celeste Tamayo y Diana Zomera, quienes encabezan Libélula, en el taller de danza aérea. credit: Diana Juárez

Aunque Libélula empezó como un espacio de danza aérea, se transformó a uno de movimiento, por eso el eslogan: artes en movimiento. Y es que ahora, no sólo da cabida al movimiento corporal, sino también el de ideas. Por ello, hay grupos de yoga, fotografía, fotobordado y lo que se tenga que sumar.  

Es desde ahí donde seguirá creciendo Libélula: que ellas tomen el espacio para sus necesidades. Todo, desde un lugar seguro porque ellas así lo deciden: deciden no violentarse, no competir, no juzgar el cuerpo de la otra, ni intentar juzgar el propio cuerpo. Este ha sido uno de los retos más grandes, dice Celeste.  

Libélula es un espacio para las mujeres, infancias y disidencias, porque, en palabras de su creadora, el mundo está hecho por y para los hombres. Ellos tienen y son dueños de los espacios, pero no es lo mismo para ellas.  

Libélula, espacio creativo, es autogestivo, sostenido con el trabajo de Celeste y Diana y las personas que se suman a colaborar en este espacio. Así que, si te interesa desaprender que tu cuerpo es débil, puedes consultar sus redes sociales en Facebook e Instagram.  Otras opciones son contactarlas en WhatsApp en el número 2226748214 o, directamente, en la 7 Oriente, número 9 en el Centro Histórico de Puebla.  

Si bien cada cierto periodo se abren inscripciones, puedes sumarte en cualquier día del año, ya que cada proceso es individual y no interfiere con el de las demás.  

Los horarios son variados, de 9 a 10:30 de la mañana; 5:30 a 7 de la tarde y, de 7 a 8:30 de la noche. También, hay opción los sábados de 8 a 10 de la mañana. El grupo de infancias es de martes y jueves de 3:30 a 5 de la tarde.  

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Diana

Diana Juárez Martínez

Licenciada en Lingüística y Literatura Hispánica por la BUAP. Se inició en periodismo en 2013 en Ángulo 7, donde trabajó 9 años y llevó la coordinación de información.