Guillermo del Castillo

Guillermo del Castillo Cajica

La inspiración que mueve al mundo

En la gran y larga historia humana, donde se trazan las líneas de las grandes civilizaciones, los descubrimientos que han cambiado el curso de nuestra existencia y los actos de valor que han definido eras enteras, hay un elemento constante, a menudo invisible pero siempre esencial: la mujer. No solo como testigo de los grandes acontecimientos, sino como el motor silencioso que impulsa, la mano amorosa que guía y la mente creativa que imagina lo que aún no existe.

Hablar de mujeres es hablar de la esencia misma de la humanidad. Cada uno de nosotros llegó al mundo a través de su entrega y fortaleza. Si hoy podemos alzar la cabeza con orgullo por lo que somos, es porque hubo una madre, una abuela, una hermana o una amiga cuya existencia nos moldeó. Nos encontramos donde estamos porque ellas, con amor infinito y una determinación que desafía la comprensión, nos han inspirado a ser más de lo que creíamos posible.

Piensa por un momento: ¿cuántos de los logros que celebramos llevan tras de sí la huella invisible de una mujer? Tal vez ella no estaba bajo los reflectores, pero estaba ahí, ofreciendo palabras de aliento, tomando decisiones estratégicas o simplemente creyendo en nosotros cuando nosotros mismos no lo hacíamos. Los grandes líderes, científicos, artistas y visionarios que conocemos no serían quienes son si no hubieran tenido, en algún rincón de sus vidas, el impulso amoroso de una mujer.

Este escrito es un homenaje. Es un acto de gratitud hacia todas las mujeres que han hecho del mundo un lugar más brillante, más humano y más lleno de esperanza. Es un intento de reconocer su invaluable presencia y de celebrar lo que representan: fuerza, inteligencia, compasión y una magia única que transforma todo lo que tocan.

Las mujeres no solo han sido el corazón de la familia, sino también el alma de las sociedades. En la calidez de un hogar o en la dureza del campo de batalla, en las aulas donde moldean mentes jóvenes o en los laboratorios donde inventan el futuro, ellas han estado presentes, creando, nutriendo. Y a menudo, lo han hecho sin pedir reconocimiento, sin exigir gloria, porque su propósito va más allá de lo visible: ellas construyen futuro.

Muchos hombres hemos encontrado en las mujeres la razón para soñar más alto, trabajar más duro y ser mejores versiones de nosotros mismos. Hombres que hemos aprendido que nuestra fortaleza no se mide en soledad, sino en cómo valoramos, reconocemos y colaboramos con las mujeres en nuestras vidas.

Quiero aprovechar para invitar a hombres y mujeres a mirarnos con nuevos ojos, a celebrar nuestras diferencias como fortalezas complementarias, a unirnos en un propósito común: hacer del mundo un lugar mejor, juntos.

Tú eres único, eres extraordinario.

¡Desata tu poder y tu esplendor!

El mundo necesita que brilles.

Soy Guillermo del Castillo.
Te quiero.