“La verdadera magia” es el nuevo capítulo del podcast “The Road Runner” de Guillermo del Castillo. Podrás escucharlo en Spotify o leerlo aquí.

En este mundo en constante movimiento, donde la rapidez y la eficiencia suelen ser premiadas por encima de todo, hay un principio eterno que sigue demostrando su valor inmenso y mágico: el poder de dar. Dar no solo en el sentido material, sino dar de uno mismo –nuestro tiempo, nuestra atención, nuestro esfuerzo, y nuestro corazón– a las personas, a las tareas y a las causas que nos rodean. Este acto de entrega, de ofrecimiento, contiene la llave para una vida plena y llena de sentido.

Empecemos con nosotros mismos. Al dar lo mejor que tenemos al trabajo que realizamos, sea cual sea, abordamos cada tarea con un compromiso hacia la excelencia. La perfección es una meta inalcanzable, pero la excelencia es un camino que se recorre con dedicación y esfuerzo, aceptando nuestros errores y aprendiendo de ellos. Esta actitud no solo eleva la calidad de nuestro trabajo, sino que también nos enriquece internamente, potenciando nuestras habilidades y profundizando nuestro propio entendimiento de lo que somos capaces.

Esta filosofía no se limita al ámbito profesional. Al aplicar este mismo nivel de dedicación y entrega a nuestras relaciones con la familia, amigos y vecinos, fortalecemos estos lazos comunitarios, construyendo redes de apoyo mutuo y comprensión. Dar de nosotros mismos en estos ámbitos significa estar presente, escuchar con atención, y actuar con empatía y compasión, reconociendo que cada persona tiene sus luchas y que juntos somos más fuertes.

Más aún, el acto de dar se extiende a nuestro papel como ciudadanos. Al involucrarnos en la comunidad, ya sea a través del voluntariado, la participación en proyectos locales o el simple acto de ser un vecino atento, estamos contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa y solidaria. Este compromiso con el bienestar colectivo nos invita a mirar más allá de nuestro propio horizonte y a actuar con generosidad y consideración hacia los demás.

Dar sin limitarse no significa vaciarse uno mismo ni regalar sin discernimiento. Más bien, es un reconocimiento de que al dar más de lo que se espera de nosotros, no solo elevamos a los demás, sino que también nos elevamos a nosotros mismos. Es un acto de abundancia, en la idea de que lo que ponemos en el mundo regresará a nosotros de maneras a menudo inesperadas pero profundamente enriquecedoras.

El poder de dar se manifiesta en nuestra capacidad para elevarnos por encima del egoísmo y la indiferencia, eligiendo en su lugar un camino de generosidad, empatía y esfuerzo comprometido. Al hacerlo, descubrimos que la verdadera grandeza no radica en lo que logramos solos, sino en cómo esos logros contribuyen al bienestar de los demás.

¡Tú eres tú, desata tu poder y esplendor!

¡El mundo necesita que brilles!

Soy Guillermo del Castillo

Te quiero

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