Ámate primero es el nuevo capítulo del podcast “The Road Runner” de Guillermo del Castillo. Podrás escucharlo en Spotify o leerlo aquí.

El amor propio es el fundamento de todos los amores. Es el cimiento sobre el cual se construye la capacidad de dar y recibir amor genuino. Ámate a ti mismo para poder amar a tu prójimo. Esta premisa, aparentemente sencilla, encierra en su esencia un poder transformador que surge del reconocimiento de nuestro propia valor. Es sumamente importante saberte un ser poderoso, maravilloso y brillante. Es reconocer que dentro de ti hay una luz que brilla con intensidad, una fuerza que te impulsa a alcanzar tus metas e ideales más elevados. Este autoconocimiento te permite ser íntegro contigo mismo, alineando tus acciones con tus principios y valores más profundos.

Valorarte profundamente antes de poder verdaderamente dar amor a otros. Este acto de valoración se convierte en la fuente misma de tu capacidad para dar amor de manera auténtica. Al reconocer tu propia grandeza, te conviertes en un recipiente de amor, capaz de ofrecerlo sin reservas ni limitaciones. Es un amor que se nutre de la abundancia que tú mismo te has brindado, un amor que no busca completarse en otros, sino que fluye de manera generosa y libre.

Para poder dar amor, debes ser capaz de conocerlo individualmente. Conocer el amor es aprender a reconocer sus señales en tu propio ser, a sentir su pulso en cada latido de tu corazón. Es abrazar la experiencia de amarte a ti mismo en cada momento, con cada respiración, con cada acto de bondad y compasión hacia tu propia trascendencia.

Trátate muy bien, celebra cada logro por pequeño que sea. Cada logro, por más insignificante que parezca a los ojos del mundo, es un peldaño en tu ascenso hacia la plenitud. Es un motivo de celebración, un recordatorio de tu capacidad para superar desafíos, aprender lecciones y crecer en sabiduría. Al celebrar cada logro, cultivas la gratitud por ti mismo, reconoces tu labor y te sumerges en la alegría de tus propias realizaciones.

No te atores en los errores o fallas, mucho menos te auto castigues. Los errores y fallas son inevitables, forman parte esencial de la experiencia humana. No obstante, el verdadero desafío radica en la manera en que respondemos a ellos. En lugar de atormentarte por ellos, permítete aprender de cada error, extraer lecciones valiosas y crecer a partir de estas experiencias. La comprensión y la compasión hacia ti mismo son las herramientas que te permitirán superar los obstáculos y persistir en tu camino hacia el amor propio.

Disciplínate. La disciplina es un acto de amor hacia tus propias metas, sueños y aspiraciones. Es el compromiso contigo mismo, la voluntad de perseverar en medio de los desafíos y las adversidades. A través de la disciplina, te demuestras a ti mismo tu capacidad para alcanzar la grandeza, para materializar tus más profundos anhelos y para forjar un camino de realización personal.

Una vez que te has amado y valorado, estarás listo para dar amor en gran cantidad y calidad. Tu amor propio se convertirá en una fuente inagotable de energía amorosa, un manantial del cual podrás beber y ofrecer a los demás. Este amor será auténtico, sincero y generoso, nutriendo las relaciones con una vitalidad única. Serás capaz de entender, comprender y ser compasivo en relación a otros, ya que tu propia comprensión y compasión se reflejarán naturalmente en tus interacciones con los demás.

Y también estarás preparado para demandar amor y respeto, porque te lo mereces. Reconocerás tu propia grandeza y tu valía, exigiendo ser valorado y no menospreciado. Este acto de exigencia no provendrá de la arrogancia o la vanidad, sino de un profundo conocimiento de tu propio valor. Demandar amor y respeto es un acto de amor propio, una afirmación de tu derecho a ser tratado con dignidad y consideración en todas tus relaciones.

El mundo necesita que brilles

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